El universo del Alojamiento Flexible en España vive un momento de profunda ebullición, marcado por dos fuerzas que, aunque aparentemente opuestas, definen su camino hacia la madurez: una expansión inversora sin precedentes y una decidida ofensiva regulatoria.
Por un lado, el segmento más profesionalizado del sector, el ‘Flex Living’, está experimentando un crecimiento exponencial. Las proyecciones apuntan a que el mercado español se prepara para duplicar su capacidad actual, superando las 38.000 camas para el año 2028. Este auge está siendo impulsado por el capital institucional, que ha inyectado la notable cifra de 330 millones de euros solo en la primera mitad del año. La confianza de los inversores se concentra en los grandes polos urbanos como Madrid, Barcelona, Málaga y Valencia, donde la demanda de soluciones de alojamiento de media estancia sigue en aumento, consolidando un modelo de negocio resiliente y altamente rentable.
Pero mientras este segmento profesionalizado acelera, la otra cara de la moneda es la de la regulación y el control. Un claro ejemplo de esta tendencia es la reciente acción llevada a cabo en Mallorca. El Consell de Mallorca, en una colaboración directa con Airbnb, ha certificado la eliminación de más de 2.300 anuncios de viviendas turísticas que operaban sin la licencia correspondiente. Esta medida no es un hecho aislado, sino parte de una estrategia decidida para erradicar la oferta ilegal y garantizar que solo las propiedades que cumplen con la normativa puedan comercializarse.
Estas dos realidades, el boom del ‘Flex Living’ y el cerco a la oferta ilegal, no son contradictorias, sino complementarias. Juntas, dibujan un panorama de profesionalización y maduración del sector del Alojamiento Flexible. El mercado está evolucionando desde un modelo más atomizado y, en ocasiones, informal, hacia un ecosistema más estructurado, con operadores de mayor envergadura y un marco regulatorio cada vez más estricto.
Esta transformación busca un equilibrio: fomentar una oferta de Alojamiento Flexible de alta calidad que responda a las nuevas demandas de la sociedad, al tiempo que se asegura la convivencia, la transparencia y el cumplimiento de la ley. El futuro del sector en España se está construyendo sobre estos dos pilares: el de la inversión ambiciosa y el del control riguroso.