El Gobierno, a través del Ministerio de Vivienda, ha intensificado su estrategia de control sobre el Alojamiento Flexible, con la inminente Ventanilla Única Digital para Viviendas de Uso Turístico como una de sus herramientas clave. Esta iniciativa, sumada a las crecientes regulaciones autonómicas y municipales (como el Plan Reside en Madrid o las moratorias en Barcelona), busca ordenar un sector en auge. Sin embargo, una mirada experta al mercado arroja dudas significativas sobre la capacidad de estas medidas para solventar la acuciante crisis de la vivienda en España.
Analistas de firmas como CBRE y Atlas Real Estate coinciden en una conclusión contundente: el foco actual sobre el Alojamiento Flexible es improbable que impulse la oferta de alquiler a largo plazo o que genere una bajada de precios en el mercado residencial. La raíz del problema es más profunda y multifactorial, trascendiendo la mera existencia de los alojamientos de corta estancia.
La principal razón por la que los propietarios se han inclinado hacia el Alojamiento Flexible, el alquiler de temporada o el uso vacacional, es una cuestión de incentivos. La rentabilidad de una vivienda de uso turístico puede duplicar o incluso triplicar la de un alquiler tradicional. A esto se suma una percepción de menor riesgo, mayor flexibilidad y una menor incertidumbre jurídica frente a las regulaciones de control de precios o las complejidades asociadas a los impagos y la ocupación en el alquiler de larga duración. Cuando el marco regulatorio del alquiler permanente se vuelve menos atractivo, los propietarios, muchos de ellos particulares, buscan alternativas viables para sus activos.
Es crucial entender que el volumen de Alojamiento Flexible, aunque visible, representa una porción relativamente pequeña del parque de vivienda total en España. Se estima que existen alrededor de 340.000 viviendas de uso turístico, sin incluir datos de Canarias y otras lagunas, lo que constituye menos del 2% de los 26 millones de hogares del país. Incluso si se lograra convertir la totalidad de estas unidades al alquiler permanente, el impacto en la disponibilidad y los precios sería marginal, dada la magnitud del déficit de vivienda.
Los expertos subrayan que la verdadera crisis reside en la escasez estructural de nueva construcción y un desajuste crónico entre la oferta y la demanda de vivienda. La falta de un marco estable y predecible, junto con una producción de vivienda insuficiente durante décadas, ha cimentado un problema que las restricciones al Alojamiento Flexible no pueden resolver por sí solas. La paradoja es que, al endurecer la normativa sobre este último, muchos propietarios optan por retirar sus propiedades del mercado por completo –ya sea vendiéndolas o destinándolas a uso propio–, en lugar de pasarlas al alquiler a largo plazo bajo un marco que consideran desventajoso.
Esta presión regulatoria, lejos de aliviar la situación, podría generar efectos no deseados. Por un lado, una reducción de la oferta de Alojamiento Flexible tenderá a incrementar sus precios, empujando a los turistas hacia hoteles o, potencialmente, a opciones menos reguladas. Por otro lado, la escasez en el alquiler tradicional persistirá, o incluso se agravará, manteniendo la presión alcista sobre los precios. Además, muchos propietarios están migrando hacia los alquileres de temporada, una modalidad de Alojamiento Flexible que ofrece más flexibilidad y menos regulación que el alquiler residencial, creando un «limbo» que no contribuye a la oferta de vivienda permanente.
Para abordar la crisis habitacional de manera efectiva, las propuestas de los especialistas se centran en soluciones estructurales: una apuesta decidida por el aumento de la oferta de vivienda a través de la construcción de obra nueva, con un fomento de la colaboración público-privada; la reducción de la incertidumbre legal para los propietarios, ofreciendo un marco regulatorio estable y predecible; y la implementación de incentivos fiscales que hagan atractivo destinar las propiedades al mercado de alquiler a largo plazo. Solo así se podrá desatascar un mercado que, de otra forma, seguirá asfixiando a quienes buscan un hogar.